El Girona se queda cerca de sumar sus primeros puntos en Europa (2-3) | VIDEO-RESUMEN + GOLES
La Liga de Campeones es un golpe cruel para el Girona. El equipo de Míchel quiso convertir en una fiesta el primer partido europeo de su historia en Montilivi, pero acabó en papel mojado. De nada sirvieron los numerosos goles de David López y Van de Beek. 2 goles en propia puerta y un penalti fallado mataron a un equipo que lo intentó hasta el final, sobre todo con la entrada de Asprilla en el tramo final.
El Feyenoord estuvo mejor en el área. Tres de los cuatro goles encajados por el Girona en esta Champions han sido en propia puerta. Mala suerte. El equipo ‘gironí’ tiene que reflexionar y prosperar, más que nada en la concesión de ocasiones muy claras y en ofrecer más verticalidad a su ataque. Tienen temporada para hacerlo.
En los prolegómenos del partido, un aficionado gerundense de toda la vida nos decía que hoy no importaba el resultado. Que él había visto crecer al club desde abajo y que pasara lo que pasara contra el Feyenoord daba igual. Míchel y su equipo no pensaban lo mismo. Por eso, aunque los ultras del club holandés calentaron el campo lanzando algunos objetos bajo la llovizna de Montilivi, el Girona salió a comerse el terreno de juego.
Tres minutos de rondo precedieron a la primera ocasión clara del partido, con un disparo de Tysgankov que Wellenreuther repelió con un paradón. El ucraniano estaba juguetón. El equipo llegó, con una doble ocasión de Bryan Gil y Van de Beek, mientras el Feyenoord esperaba y observaba. También sus ultras. Y lo que vieron fue a David López marcar el primer gol de la historia del Girona en Montilivi.
Aprovechó un saque de esquina para abrir el marcador. De nuevo Tsygankov participó en la jugada. Pero Míchel ni siquiera le dejó celebrar el gol. Agarró a David López y no paró de darle indicaciones hasta que el árbitro reanudó el juego. A partir de ahí, una serie de desgracias acabaron con el Feyenoord dándole la vuelta al partido.
Primero, sólo tres minutos después de adelantarse en el marcador, Yangel Herrera marcó un gol en propia puerta. Iba a ser el principio de todo. Después, Tysgankov se vino abajo, y con él el juego ‘gironí’. El equipo se volvió plano mientras Míchel se desesperaba con Krejci y parte de la zaga. No le gustaba lo que estaba viendo. Y a gustar. Del 1-1 y la lesión del ucraniano se pasó al 1-2, con un error en la salida de balón de David López que Milambo no desaprovechó. Silencio en Montilivi.
El drama en el descanso pudo ser peor, sobre todo después de que Gazzaniga regalara un balón a Iván Martín, prácticamente obligado a cometer penalti sobre Timber. Afortunadamente, el guardameta argentino tiene estas cosas. Puede cantar, pero luego le detiene el penalti a Ueda. No podía ir peor para el Girona. Cada pérdida era medio gol. Las caras de Míchel eran un poema.
En la reanudación, las cosas pintaban mejor. El Feyenoord tuvo un par de ocasiones, pero fueron de nuevo por errores del Girona. En cuanto remontaron, el equipo creció. El equipo se asentó en campo contrario y Van de Beek pudo haber empatado, con un centro que, tras tocar en un defensa, se coló.
Sin embargo, el VAR pareció negarlo. El equipo de Míchel creyó y, aunque sin demasiadas ocasiones, merodeó el área contraria. Hasta que Miovski se inventó un penalti que él mismo se encargó de lanzar. Pero la fortuna no sonrió al macedonio. Se equivocó y el Girona tuvo que seguir y seguir. No se pusieron nerviosos y en una de esas Danjuma se quitó a tres rivales de encima para ponerla atrás para que Van de Beek marcara el empate. Stuani empató y entró por Stuani. Montilivi era una olla a presión.
Pero las ollas a presión, cuando no aguantan el fuego, se deshacen. Y el Girona decidió apagar el fuego. Jugada por banda del Feyenoord y Krejci marcó el 2-3. Drama absoluto. Entre Asprilla y Stuani intentaron llevar al equipo al empate, pero ni por esas. Un partido amargo.