River Plate – Talleres (2:30)

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Eso es lo que River tendrá que entender este miércoles por la noche. Desde luego, no es fácil. Como en un extraño jet lag, el mundo River intenta desde hace días alinear su cabeza al tiempo que corre en un huso horario ágil, que parece saltar el tiempo.

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River piensa en el futuro. Todo es ilusión con el mercado en el mercado que logró y logra Gallardo y una seguridad económica no menos extemporánea. River piensa en la primera defensa de nivel internacional que podrá conformar con la incorporación de Marcos Acuña para completar a Bustos, Pezzella y Paulo Díaz. Piensa en cómo encajará Meza. Pensá en el rol que pueden tener Mastantuono y Echeverri con el Muñeco. Pensá en lo que MG puede potenciar en sus jugadores, en su capacidad reparadora para recuperar las mejores ediciones de Kranevitter, Lanzini, Nacho, Aliendro. Pensá, River, en algún otro refuerzo que le vuele el piso al plazo del libro de pases.

River piensa antes. Cómo no hacerlo si ahora el abrigo con el escudo del CARP, como la zapatilla de cristal de Cenicienta, lo vuelve a usar el hombre para el que fue hecho, el que mejor le queda. Cómo no pensar en el ayer si fue tan glorioso. Cómo no pensar que Gallardo puede volver a hacerlo. Cómo no evocar las eternas batallas que hoy están tatuadas.

Pues bien, para que River vea el futuro repitiendo el pasado, para que llegue a ver un Museo de grandes novedades, tendrá entonces que pensar en el presente. Un presente que puede alimentar la ilusión de armar un equipo de ensueño para ir en busca de la Copa, pero que también en 90 minutos puede dejar una cancha difícil de absorber, con un plantel de 35 jugadores para jugar un solo torneo, como sucedió el año pasado. Para que no le pase a Acuña lo que le pasó a Lanzini tras la eliminación con el Inter, para que no se frustre la expectativa de sumar otro grande en estas horas como sucedió en 2022 con Luis Suárez tras Vélez, River debe pasar a Talleres. La promesa es mucho más alta, pero la vara también: si el CARP ahora vio esta CL como una oportunidad histórica donde define todas y cada una de las series de local y que tendrá una final en Buenos Aires y probablemente en el Monumental, en este momento la mochila pesa un poco más. Por la localía, por lo que representa en sí mismo el regreso de Gallardo, por los nombres que han llegado y están llegando. Por eso, sólo pueden pensar en el hoy, en el presente. En el presente, que no es cómodo ni sencillo.

El partido de este miércoles a las 21.30 ante Talleres en el Monumental no será ni cómodo ni sencillo para un equipo -y no sólo un equipo: un plantel- al que le cuesta recomponerse y que todavía no despegó para alcanzar lo que el Muñeco siempre llamó una agilidad de crucero del juego. No es un mago, admitió también el hombre. De todos modos, lo que sí puede hacer Gallardo en tan poco tiempo, y las pistas ya se mostraron en la cancha del Kempes la semana anterior, es cambiar la mentalidad de sus jugadores para que den todo en situaciones difíciles, para que no se dejen pasar por alto como lamentablemente sucedió no hace mucho lejos de Núñez y hasta con rivales mucho menos rigurosos que la T.

Eso es lo que deberá volver a demostrar un equipo que este miércoles intentará revalidar la ventaja obtenida en Córdoba para poder, después de dos años en los que sólo le faltó meterse en octavos de final, meterse entre los ocho mejores de la Libertadores.

Ni el pasado glorioso ni el futuro brillante, entonces: Talleres. La T, un rival que siempre y en todo momento complicó a River y hasta al River de Gallardo, ahora deberá ir al Monumental a buscar la épica, tal vez con un planteo distinto al criticado por el propio Girotti en la ida, para intentar arruinarle el festejo al CARP: Sin su estrella Ramón Sosa, sin el expulsado Lucas Suárez y con la carta de Botta en la manga hasta último momento, el equipo de Ribonetto viene de cortar una racha de seis partidos sin ganar el domingo (2-1 a IRM) y quiere hacer historia grande en Núñez, donde River no cedió ningún punto en toda la fase de grupos de la Copa.

El Muñeco querrá continuar con el legado estadístico más notable que dejó la ecléctica era Demichelis, que fue la actuación del equipo en el Liberti. Para eso, MG deberá reacomodar piezas: con Borja y con un Balancee que pide pista tras su ingreso en La Plata, habrá que ver si, además de Bareiro, Simón o Echeverri salen del 1-0 de la ida.

Llegó la hora, River. De ganar, pero sobre todo de poner en orden la chapa del pasado y la ilusión del futuro a un presente que pone el listón mucho más alto que nunca.